jueves, noviembre 13, 2014

Cineuropa 2014 (II): Kreuzweg

Título: Kreuzweg


Director: Dietrich Brüggemann


Año: 2014


País: Alemania


Duración: 107









Maria (Lea van Acken) tiene 15 años y va a confirmarse en su congregación ultracatólica en pocos días. Su hermano pequeño no habla, y eso la preocupa hasta el punto de estar dispuesta a dejar su vida en manos de dios para que se cure. Eso se mezcla con los propios problemas de una adolescente de su edad, sufriendo mobbing y problemas con su madre (Franziska Weisz), una figura autoritaria que desde un primer momento vemos atacando continuamente el sentimiento de culpa de su hija, además de inculcarle a conciencia todo ese catolicismo hiperconservador.

Que el fundamentalismo religioso es una locura es algo que a día de hoy está aceptado como un hecho en nuestra sociedad. Excepto por los propios fanáticos. Que son unos cuantos. Y peligrosos, no solo para los que no desempeñamos su fe sino para sus hijos. Porque sí, es muy divertido reírse de Ned Flanders, pero Rod y Tod son unos pobres críos que, víctimas de la devoción de su fe, pueden acabar como acabó GG Allin por ese mismo motivo. O decidiendo matar ateos. O, como en el caso de la protagonista de esta peli, decidiendo morir para que un señor mágico e invisible cure a su hermano pequeño.

Una de las características de mucho del cine alemán festivalero es la frialdad de su narración. Una característica que aquí también se intenta mostrar, dejando que seamos nosotros quienes juzguemos lo que vemos en pantalla y, eso sí, con un giro al final que deja que quede ahí una cierta duda sobre la existencia de un dios y sobre si el via crucis de Maria ha sido realmente aceptado por él para recuperar al niño, en un momento de los peores de la cinta en cuanto a mala planificación y poca credibilidad a nivel de guión y puesta en escena. Va por ahí su principal defecto, y es que el guión es excesivo y la degradación de Marie demasiado marcada en tan solo unos días, y por otra banda, esa frialdad y no mojarse choca con ese absurdo giro. Eso sí, me gustaría poder hablar con un fundamentalista católico al respecto, pues donde yo no veo más que locura y crítica a esa locura (como la gran mayoría de la sala, que se reía a carcajadas cada vez que se hablaba de los ritmos satánicos del rock) estoy seguro de que mucha gente vería palabras llenas de razón y denuncia social sobre lo difícil que es tener su propia fe.

La frialdad con la que está narrada se basa, esencialmente, en su apuesta de puesta en escena. Planos fijos, precisos en su fotografía y con una composición maravillosamente cuidada que recogen toda la escena, que solo incluyen movimiento en momentos muy puntuales (y cuando lo incluyen, se vuelve impresionante), combinado con una falta absoluta de música no diegética y dejando así todo el peso en la actuación. Y los actores responden. Tanto la joven Lea van Acken, que consigue mantener el personaje todo el tiempo sin caer apenas en excesos como su madre en la ficción, Franziska Weisz, quien a pesar de lo difícil en cuanto a altibajos que supone el personaje, consigue hacerse con la pantalla todo el tiempo, representando así el terror mediante autoridad que ejerce sobre su hija, metiéndole ese sentimiento de culpa que le destroza la vida. El resto, si bien ya tienen menos peso, se mantienen bastante bien, destacándose Lucie Aron aunque su trabajo en segundo plano se quede bastante flojo.


PUNTUACION

Originalidad/Riesgo: 7.0
Técnica: 8.0
Guión: 5.0
Actuación: 8.0

TOTAL: 7.0

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